viernes, 31 de agosto de 2018

Emergencia edilicia en CABA



La explosión en la Escuela N°49 de Moreno producida por una pérdida de gas que terminó con la vida de Sandra y Rubén, evidencia de forma brutal el peligro que corremos lxs trabajadorxs de la educación y nuestrxs alumnxs durante las jornadas laborales y escolares.
En la Ciudad de Buenos Aires, desde hace muchos años docentes y estudiantes denunciamos las condiciones en las que están las escuelas porteñas y la necesidad de contar de forma inmediata con reparaciones que acaben de raíz con las problemáticas estructurales de los edificios. Quienes transitamos diariamente los establecimientos educativos sabemos que los problemas son disímiles y van desde escapes de gas y el consiguiente corte de suministro, inconvenientes con los tendidos eléctricos y en tanques de agua y cañerías, paredes electrificadas, goteras y techos que se caen, falta de estufas y ventiladores, problemas en los sanitarios, mobiliario inadecuado y escaso, ausencia de espacios para el dictado de clases y el desarrollo de actividades escolares, falta de medidas de seguridad y de acceso, escasez de personal de limpieza, invasión de roedores; por nombrar sólo algunos, la lista es interminable y se engrosa día a día.
Por otro lado, cuando el gobierno se digna a realizar alguna reparación, éstas se hacen dentro del horario escolar, lo que genera un riesgo aún mayor para docentes y estudiantes ya que circula personal ajeno al establecimiento dentro de la escuela, quedan al alcance de menores herramientas o elementos cortantes, y se convive con ruidos y polvo que imposibilitan el dictado normal de las clases. En otras ocasiones se suspenden las actividades durante una jornada o parte de la misma y se pierden horas de dictado de clases.
Esta situación no es nueva, forma parte de la política de ajuste y precarización que lleva a cabo el Gobierno de la Ciudad hace años. Se profundiza día a día a nivel nacional y cae sobre la educación en su conjunto con el objetivo de vaciar y destruir la escuela pública con el traspaso de fondos del sistema de gestión pública al privado, tal como estipulan las recetas de los organismos internacionales.
Docentes y estudiantes sabemos que la educación es un derecho, que debemos defenderla y que lo pedagógico no puede escindirse de los problemas de infraestructura. Estudiar en escuelas que no están en condiciones y que ponen en peligro la vida de estudiantes y trabajadores afecta de forma directa los procesos de enseñanza aprendizaje. Las escuelas deberían ser espacios donde niñxs y jóvenes puedan desarrollarse críticamente y no escenarios peligrosos y desagradables en donde pasamos frío y estamos incómodos entre ratas y muebles rotos. La Secundaria del Futuro plantea reformas estructurales y tecnológicas que requieren de mucha inversión. En algunas escuelas se han arreglado los espacios en los que se dictan las clases correspondientes a la reforma pero no se han solucionado problemas estructurales de los inmuebles, lo que genera diferencias al interior de las instituciones en las que conviven alumnxs que cursan con muebles nuevos y otros con bancos destruidos. Nosotrxs sabemos que es una nueva farsa.
La lucha por la escuela pública y de calidad demanda que de forma inmediata exijamos que el estado se haga cargo de la situación de abandono que sufren los edificios escolares y se destine más presupuesto para infraestructura y mantenimiento. Es preciso que nuestras demandas confluyan en una medida de lucha concreta que movilice al conjunto de la comunidad educativa para que de una vez por todas las escuelas sean espacios habitables y seguros.

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