Septiembre 2012
Declaración
de principios de la agrupación Trabajadores Docentes de Base
La situación educativa y
política en general nos obliga a reafirmar nuestros principios y
objetivos en torno a los cuales decidimos agruparnos, organizarnos y
luchar.
DECLARACIÓN DE
PRINCIPIOS
Por
una educación al servicio del pueblo trabajador y no de las
patronales
Con la asunción del segundo
gobierno kirchnerista, el proceso privatizador de la educación
pública se profundiza, poniendo la misma al servicio de las
empresas. Las condiciones laborales y los salarios de los
trabajadores en general, y de los trabajadores de la educación en
particular, se precarizan.
Con la Nueva Ley de Educación
Nacional (2007), más las Leyes de Financiamiento Educativo, la de
Educación Superior y la Ley de Educación Técnico-Profesional
(2005), la educación continúa poniéndose al servicio de las
ganancias empresariales. Esto no puede ser de otro modo ya que el
gobierno actual, al igual que sus anteriores, aplica y ejecuta los
proyectos diseñados por los organismos financieros internacionales
(como el Banco Mundial, el BID o la CEPAL) para los países
dependientes.
Hoy como ayer, la educación
continua sujeta a los intereses y necesidades del mercado. Garantiza
la formación de la mano de obra requerida por los empresarios
mediante, por ejemplo, las pasantías en las empresas y la
intervención de éstas en la elaboración de los programas. A esto
se suma el patrocinio de escuelas por parte de privados (alentado
desde el Estado, de forma cada vez más evidente, a través del
incremento de los subsidios que les otorga) y del llamado canje de
deuda por educación.
La política educativa llevada
adelante por el gobierno nacional permite la participación de las
empresas en los planes de estudio, avanza sobre el estatuto y
desvirtúa el trabajo docente, entre otras cosas.
Este gobierno es, además,
continuador de la política de desnacionalización de la educación,
que favorece que el Estado continúe desresponsabilizándose del
sostenimiento total de la escuela pública, dejando las escuelas
libradas a su propia suerte. Da cuenta de la situación grave que se
vivencia en los colegios el rol asistencialista asignado a los
docentes, los altos índices de repitencia, la deserción, la
situación edilicia, el hacinamiento, la sobrepoblación de cursos,
la falta de espacios y tiempos laborales para el trabajo docente,
etc.
El Estado, bajo el gobierno de
Cristina Kirchner, continúa así desvinculándose de su
responsabilidad en el sostenimiento de la educación y no destina el
presupuesto necesario ni siquiera para su sostenimiento. El 15% del
presupuesto educativo no se destina a educación, sino a asistencia
social, bajo la denominación “necesidades socioeducativas”.
Con una educación al servicio de
la ganancia capitalista es imposible desarrollar la formación
integral y la apropiación por parte del pueblo de todo el bagaje
cultural y el conocimiento científico elaborado por la humanidad.
Además, para este sistema, sencillamente no es necesario.
Queremos una Educación integral
que no someta al estudiante a ser “castigado” o “beneficiado”,
donde existan equipos de trabajo y proyectos en común, integrando
también a la comunidad educativa. Debemos revertir la pérdida del
amor por nuestro trabajo. Hacernos cargo de la grata responsabilidad
con que carga la docencia en la historia de la cultura. Proyectamos
una escuela donde tanto alumnos como docentes no asistan por
“obligación” sino por el placer de aprender, de compartir, donde
nadie quiera perderse un día de clases.
Sólo un proyecto educativo
elaborado por los trabajadores de la educación junto a la comunidad
educativa, sin ninguna injerencia de los tecnócratas del BM, ni de
las empresas, que cuente con un presupuesto garantizado íntegramente
por el estado y acorde a las necesidades reales de cada una de las
escuelas que componen el sistema educativo, es capaz de proponerse y
alcanzar tan importante objetivo.
Por
salario y condiciones dignas de trabajo
Otra de las formas en que el
estado atenta y destruye la escuela pública es manteniendo bajos los
salarios docentes, compuestos por un alto índice de sumas en negro,
y precarizando las condiciones de trabajo y estudio. Además de esto,
las remuneraciones y las condiciones laborales varían según la
provincia de que se trate.
Ya que sostenemos que para igual
trabajo debe haber igual remuneración, en primer lugar se torna
fundamental unificar los salarios y las condiciones de trabajo de
todos los docentes del país bajo un convenio nacional único que,
sobre la base de las conquistas más altas de los estatutos
provinciales, iguale y mejore nuestras condiciones de trabajo y
estipule un salario básico igual a la canasta familiar por cargo, es
decir, acorde al costo de vida.
Para sostener esta situación de
degradación del trabajo docente, el Estado cuenta con una imponente
organización en contra de los trabajadores.
Tiene a su disposición a los
tecnócratas financiados por los organismos financieros
internacionales que elaboran los proyectos educativos.
Manipula y controla los medios de
comunicación (encargados de argumentar y contra argumentar por qué
“la baja calidad educativa es culpa de los docentes que hacen paro
a cada rato” y no del gobierno).
Cuenta con las direcciones
progubernamentales y/o propatronales de los sindicatos, encargados de
impedir, desarticular y frenar toda acción reivindicativa; que salen
a reprimir allí donde se geste cualquier intento de agrupamiento
anti-burocrático (CGT y CTA en sus dos versiones; la oficialista de
Yaski y la de Micheli, que responde a Pino Solanas y Hermes Binner).
Y por último cuenta con las
fuerzas represivas (civiles y uniformadas, encargadas de perseguir,
reprimir y encarcelar a los luchadores).
Es por eso que los trabajadores
debemos redoblar los esfuerzos y la organización para superar esos
obstáculos en nuestra lucha por salario y mejores condiciones de
trabajo y estudio, es decir, por la educación pública.
Por
la unidad de los trabajadores
Por otra parte, como trabajadores
de la educación, nos reconocemos como parte de la clase trabajadora
y nos solidarizamos con su pelea.
Nuestra lucha está unida a la
lucha de la clase obrera. Los problemas que tenemos en nuestro
trabajo se repiten en otros gremios. Otros trabajadores, en otros
lugares, tienen las mismas necesidades y los mismos reclamos, además
de los mismos obstáculos para llevar adelante sus reivindicaciones:
la patronal, el gobierno y la burocracia sindical.
Por eso, desde nuestra
agrupación, a la par que nos organizamos en defensa de los derechos
de los docentes y de la escuela pública, nos proponemos aportar a la
construcción y desarrollo de una corriente sindical clasista,
antiburocrática, combativa y de base en el movimiento obrero, con
independencia de las patronales, de los gobiernos de turno, y de las
conducciones sindicales tanto de la CGT como de la CTA, que impulse
la recuperación de las direcciones sindicales en manos de la
burocracia.
Ante toda esta situación,
decidimos ratificar nuestros puntos programáticos. Asimismo el
compromiso para contribuir a la construcción de la necesaria
organización de los Trabajadores de la Educación y luchar por otra
educación, defender incondicionalmente la escuela pública,
científica, gratuita y laica; defender y bregar incansablemente por
el mejoramiento de nuestras conquistas, ante los embates del gobierno
junto a las direcciones sindicales; y luchar firmemente por todos y
cada uno de nuestros derechos y reivindicaciones.
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Sobre la burocracia
sindical
La burocracia sindical es uno de
los principales escollos en el camino de la lucha por una educación
al servicio de los trabajadores, por salario acorde al costo de vida,
por condiciones de trabajo dignas, burocracia sindical que hoy,
lamentablemente, se encuentra al frente de la mayoría de los gremios
de trabajadores.
La función de la burocracia es
frenar el avance en la lucha y la organización, manteniendo en la
desmovilización y la inercia al conjunto del pueblo trabajador, para
así poder seguir negociando a nuestras espaldas con las patronales y
el gobierno los salarios salarios siempre insuficientes y la
precarización de nuestras condiciones de trabajo. De este modo, los
burócratas convierten el sindicato, que es una herramienta colectiva
para la lucha de los trabajadores, en un asunto individual, a la vez
que despliegan toda una red de prebendas y favores con los que tentar
y acallar a los trabajadores y luchadores honestos.
Gracias a este papel que viene
desempeñando desde hace décadas, el estilo de vida de la burocracia
sindical es opuesto al de la mayoría de los trabajadores. Muchos
burócratas son también empresarios, como Moyano, Barrionuevo,
Pedraza, viven en el lujo y la abundancia y obtienen importantes
privilegios, y en función de defenderlos es que no les conviene que
los trabajadores nos organicemos en forma independiente.
Las direcciones de la CGT y la
CTA (en sus dos variantes), presentan dos modelos sindicales
diferentes, uno más bien empresarial y otro más austero, aunque
ambos sirven por igual a los mismos intereses: los de la patronal.
Por eso, los burócratas, además
de dividir a los trabajadores en un sinnúmero de sindicatos, de
estar atornillados a sus sillones, de mantener una estructura
burocrática ligada al Estado, y de tener intereses muy distintos a
los nuestros, son los primeros en encargarse de desarticular y
detener la lucha. Y cuando no pueden lograrlo, son las primeros en
reprimirla. Las persecuciones políticas debido a las acciones
sindicales independientes, la represión patoteril por parte de la
burocracia y de las fuerzas represivas por parte del gobierno, y los
procesamientos y encarcelaciones de trabajadores crecen día a día.
La estructura sindical, tal cual
está planteada, no responde a las necesidades organizativas de los
trabajadores, sino más bien a las del gobierno y la patronal. De
hecho los estatutos gremiales se encuentran regimentados directamente
por el Estado Nacional mediante la Ley de Asociaciones Profesionales.
Sin embargo, las organizaciones empresariales como la UIA o la
Sociedad Rural no nos preguntan, ni nos permiten intervenir en sus
formas organizativas. Los trabajadores no podemos organizarnos bajo
los preceptos que nos impone el Estado y que aplican los burócratas.
Debemos generar nuestras propias
formas de organización, con una política independiente, donde este
garantizada la democracia interna y donde todos los trabajadores
docentes podamos participar con el mismo derecho a voz y voto. Esa
forma organizativa debe ser totalmente independiente del Estado, de
los gobiernos de turno y de los partidos políticos, para garantizar
la necesaria democracia de los trabajadores.
Los métodos burocráticos van en
contra de la democracia de los trabajadores, basada en las asambleas
y en los delegados mandatados, es decir en la participación real de
los trabajadores en la toma de decisiones. No podemos permitir que un
puñado de burócratas decida el comienzo, el curso y la finalización
de nuestra lucha; que hagan y deshagan lo que quieran con los aportes
sindicales y tengan vía libre para negociar con el gobierno.
Por otra parte, tampoco podemos
ilusionarnos ni generar ilusiones apelando a la burocracia para que
“se ponga a la cabeza de la lucha” y nos represente genuinamente.
Esto es imposible. Al igual que el gobierno, la burocracia sindical
está en contra de los trabajadores, son representantes de la clase
social dominante que se beneficia con la explotación de la clase
trabajadora.
No hay ninguna conciliación
posible con ninguna burocracia. Hay que disputarle la influencia
sobre las base y, con ellas, recuperar los sindicatos para la defensa
de los trabajadores.
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