viernes, 27 de abril de 2012

Nuestro salario, sigue siendo insuficiente


Un par de días antes de que co­miencen las clases, el gobierno porteño nos hizo su oferta sala­rial: $3.000 de salario inicial de bolsi­llo, a partir de marzo (a cobrar en abril) y $3.120, desde julio (a cobrar en agosto). Esta cifra representa un aumento con­creto de $485 en la primera cuota y de $120 en la segunda. Si nos referimos a porcentuales, corresponde un 19,2% en la primera cuota y un 4%, en la segunda. Estas cifras, es importante recordar­lo, van muy a la zaga de los aumentos constantes de precios en trasporte, ser­vicios, impuestos, vivienda, alimentos y demás.
La propuesta oficial, además, continúa con la política de achatamiento de la escala salarial. Si tomamos, por ejem­plo, el caso de un docente con 22 años de antigüedad, el aumento en efectivo es de $499. Es decir, $64 más que el de un maestro que recién se inicia. Si habla­mos de porcentajes, el aumento repre­senta tan sólo un 10,5%.
El porcentaje de las cifras en negro ara­ña el 40% en el caso de un maestro que recién se inicia. Y los descuentos por los días de paro efectuados el año pasado directamente pasaron al olvido.

Es más que evidente que, aún con este incremento, es imposible sostener una familia con un solo cargo. Por lo tan­to, la necesidad de un segundo, y hasta un tercer turno de trabajo, se torna in­dispensable. Esta simple realidad (sin contar todo el trabajo no pagado de pla­nificación, corrección, formación... que realizamos fuera del horario laboral) es más que suficiente para desmentir las palabras de la presidenta, que afirma que trabajamos cuatro horas diarias. Hoy, cualquier maestro de grado debe trabajar más de un cargo al frente de alumnos para llegar a fin de mes.
Y la frutilla del postre es que en la ciu­dad se dio por terminada la negociación salarial sin que se haya saldado a nivel nacional.
Esta propuesta salarial fue aceptada en los hechos, por la conducción de la UTE, al no plantear ninguna medida de fuerza para rechazarla.
Por su parte, Ademys convocó a un paro, que, por lo poco representativa de la asamblea impulsora y lo tardío del llamado (se votó el sábado anterior al comienzo del ciclo lectivo), no contó con el apoyo de la docencia porteña.
Es más que claro que nuestro salario sigue siendo insuficiente. Por las carac­terísticas de nuestro trabajo deberíamos poder estar media jornada al frente de alumnos y media jornada realizando las tareas propias del magisterio, como planificaciones, correcciones, capa­citaciones y un larguísimo etcétera. Todo, por un salario acorde a la canasta familiar.

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